Laura y Camilo
- Tatiana Ventura
- 7 sept 2017
- 2 Min. de lectura
LAURA Y CAMILO

Hace mucho, pero mucho tiempo vivían dos hermanos de buena apariencia.
Su mamá y su papá eran reyes de un lugar llamado Lutama.
Lutama era reconocido por todos los reinos por ser pequeño pero muy limpio; habían frutas de casi todo tipo, también sembraban verduras y siempre tenían hierbas frescas.
Los hermanos Laura y Camilo siempre jugaban después de hacer sus tareas. Quitaban sus uniformes y los ponían en el cesto de ropa sucia.
Su mamá siempre les enseñó que después de comer debían cepillar sus dientes y ya estando cambiados, sus tareas listas y sus dientes limpios podían jugar hasta el momento de la cena.
Esa tarde de manera peculiar se encontraron un conejo más blanco que la nieve, era el conejo más hermoso que sus ojos hayan visto.

Laura y camilo quisieron agarrarlo y poder acariciar su pelo, pero el conejo inmediatamente brin
có, en el impulso ambos cayeron al lodo y ambos se pusieron a reír uno del otro.
Te ves tan chistosa dijo Camilo, y tu pareces el mounstro del pantano le dijo Pantano.
Al terminar de escuchar que Laura le dijo que parecía el mounstro del pantano a Camilo se le ocurrió la idea más loca de
todas.
Laura se me acaba de ocurrir una idea, dijo Camilo.
Haber dime cuál es tu invento de hoy, dijo Laura.
Lutama siempre está muy limpio, todos los reinos lo dicen así que para divertirnos jugaremos a que yo soy el Mounstro del Pantano.
Laura casi lloraba de la risa y rápidamente le dijo: Camilo el lodo se fue a tus oídos, estás loco.
Camilo insistió y finalmente convenció a Laura y ella misma lo ayudo a tener mucho más lodo.
Le agregó hojas secas, pasto verde, y el olor era bastante desagradable.
Hoy sí Laura iré a la plaza y me presentaré como el Mounstro del Pantano.
Ese día todos estaban reunidos, era la hora del té, de repente sale Camilo y dice soy el Mounstro del Pantano y vengo a ensuciarlos a todos.
Todo mundo supo que era Camilo y comenzaron a reírse.
Camilo se puso rojo ya que todos lo esperaban con baldes de agua para bañarlo.
Fue tanta el agua que quedo igual de blanco que el conejo.
Y nunca olvidó que Lutama era definitivamente el lugar más limpio.
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